«La edición concurrente es la mejor que ha conocido el festival en años», dice Alejandra Trelles (directora artística del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay) en la apertura celebrada en el Auditorio Nacional Adela Reta, precediendo al canto del Coro Nacional del Sodre y las notas de piano de Sylvia Meyer. Pero María José Santacreu, coordinadora actual de la Cinemateca Uruguaya, desacuerda: la mejor edición será la siguiente. Esta aspiración no es inocente; ambicionar a una edición sin precedentes tiene que enfrentarse a las dificultades de hacerlo bajo las condiciones contemporáneas.
En continuidad con los esfuerzos megalomaníacos del fallecido hace ya una década Manuel Martínez Carril —¿cuántos otros festivales toman como sede todo un país, en lugar de una ciudad?—, el presente equipo detrás del 43° FCIU combate por la vigencia de los festivales como sitios de encuentro y contacto con el mundo a través de la cultura. Son, por ende, un acontecimiento político, un lugar para pensar las películas y su impacto. Su ubicación deliberada en Semana de Turismo da pie a pensar el apoyo institucional a este tipo de eventos por su potencialidad turística. Pero más allá de esta realidad económica, lo político se filtra y exhibe tanto en el tipo de discurso que propone sobre la actualidad como su programación y su enfoque curatorial: mientras en la Berlinale, en sus palabras cuidadosas para no alterar a la derecha, poco se apoya la causa palestina fuera del «diálogo pacífico» entre las partes más allá de la apropiación de algunos realizadores con el espacio prestado (el equipo de Bajo las banderas, el sol durante la presentación del film en el festival), la Cinemateca Uruguaya no solo incluía varios films palestinos como A Fidai Film, Yalla Parkour o Undr, sino que hacía acto de mención directa a, por ejemplo, la violencia contra el cineasta y periodista palestino Hamdam Ballal, coautor de No Other Land.
Por otro lado, si el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) y su representante —el director artístico desde 2016, Javier Porta Fouz— poco enuncian más que una tibia celebración sobre la filmografía argentina en tiempos donde, poco después, se anunciaba la nulidad de producciones argentinas financiadas por el INCAA en el último año, el texto introductorio del catálogo del 43° FCIU y los discursos de la apertura y la clausura proyectaban la preocupación por la violencia en países tan cercanos como Argentina y Brasil, con el creciente descuido a las necesidades de estas instituciones que promueven el respiro de la cultura. No es solo un malestar internacional: Santacreu reconoce que el año anterior, para Cinemateca —refiriéndose desde la sugestión a la lucha contra ACAU por los archivos fílmicos—, «parecía que no terminaba nunca». Así, esa longevidad se extendía a un 2024 que apenas conoció tres ficciones estrenadas comercialmente a lo largo de sus doce meses —y una sola bajo subsidio institucional para su rodaje, Agárrame fuerte— en contraste con las múltiples producciones internacionales con las que Uruguay efectuaba coproducción minoritaria —Simón de la montaña, Levante, El viento que arrasa, Norma, etc—.
La presente edición, con una sección titulada La Banda Oriental dedicada a recopilar obras de nacionalidad uruguaya, trató de compensar esta ausencia con promesas sobre el porvenir. No obstante, con films de poco agrado para nuestro equipo de redacción como Perros —de Gerardo Minutti, en la Competencia de Nuevos Realizadores—, aunque se prometa abundancia, cuestionamos qué continuidad mantendrían esas promesas para nuestro cine; si seguirá domado por el comercialismo de Temas propios (2023), Reus: la vuelta al barrio (2023) o El tema del verano (2024). Otras, como Ni siquiera las flores (2024) de Mariana Viñoles, divisan un panorama un poco más esperanzador. Tal vez la reinvención del cine nacional, entonces, tenga que venir con un repensamiento de sus modalidades productivas.
Algunos de los miembros de nuestro equipo se alinearon al sentimiento triunfalista de esta edición. Otros sintieron que hubo ediciones pasadas más apasionantes para su visionado cinematográfico. Aún así, no cabe duda del nivel de algunas de estas películas. Cada lista –algunas adjuntas a una reflexión por su correspondiente redactor/a–, más que imponer, sugiere caminos posibles que tuvo el festival, con una variedad loable tanto en temáticas como procedencias y, finalmente, sensibilidades. Destaca la más repetida entre las listas, Misericordia de Alain Guiraudie, ahora estrenada en la cartelera local. Con este film, el director francés afianza su vigencia como uno de los cineastas de nuestro tiempo; un film sobre la circulación del deseo a través de los paradigmas del suspenso que —como remarca el personaje del cura a la vista de las montañas— desemboca en la culpabilidad de una periodo donde, a lo lejos, mueren niños en Gaza.
A esta le sigue Popular tradición de esta tierra, de Mariano Llinás. Una película que afirma no ser sobre la violencia ejercida por Javier Milei pero que, claramente, emplea esa enunciación como gesto irónico, como una «traición de las imágenes» tal a la de Magritte cuando yuxtapone una imagen de una pipa a la declaración de que «esto no es una pipa». Su defensa de la tradición como renovación conlleva una lucha ante las eliminaciones sistemáticas de la cultura que sufre Argentina, y nos lleva a nosotros a acompañar su protesta y demandar la necesidad que vuelvan a circular los apoyos a la cultura cinematográfica de nuestro país vecino. Defendemos la intervención vital sobre el presente pero también —como ocurre en el film de Llinás— la mirada sobre el pasado; motivo por el que Henry Fonda for President también fue otro acontecimiento menester de nuestra admiración. Un recorrido por siglos de historia estadounidense desde la filmografía de uno de los intérpretes más bondadosos que conoció Hollywood, y como esa admiración a su figura pública, en esta condición por buscar héroes en individuos, lamentablemente repercutió en la administración de Ronald Reagan y en esta fascinación que también puede explicar la llegada al poder de lunáticos como Donald Trump, Javier Milei o Jair Bolsonaro.
Ante todo, nos retrotraemos a esos trece días y, con el diario del lunes, podemos decir que volvimos del festival con experiencias más que fructíferas para nuestra formación. Celebramos el éxito de esta cobertura como nuestro primer proyecto como revista, que requirió la coordinación y ardua labor de nuestros miembros para publicar y comunicar diariamente las críticas que se conocieron durante esas agitadas semanas acompañados por la oscuridad alumbrada de la luz del proyector. Tras un descanso necesario, aún quedan textos en la línea que irán conociéndose en los siguientes días, desde críticas hasta entrevistas. Así, no queda más que dar pie a las predilectas de nuestros redactores.
Favoritas del equipo:
1 – Misericordia (Alain Guiraudie) – Seis menciones.
2 – Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás) – Cinco menciones.
3 – Henry Fonda for President (Alexander Horwath), Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre- (lucía seles) – Cuatro menciones.
5 – Caught by the Tides (Jia Zhang-ke), Kontinental ’25 (Radu Jude), Cuando las nubes esconden la sombra (José Luis Torres Leiva), Algo viejo, algo nuevo, algo prestado (Hernán Rosselli) – Tres menciones.
9 – En la alcoba del sultán (Javier Rebollo), Bajo las banderas, el sol (Juanjo Pereira), Soundtrack to a Coup d’Etat (Johan Grimonprez) – Dos menciones.
Listas individuales:
Pietro Calace (Coordinador general, editor, redactor)
1 – Caught by the Tides (Jia Zhang-ke)
2 – Misericordia (Alain Guiraudie)
3 – Henry Fonda for President (Alexander Horwath)
4 – Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás)
5 – Kontinental ‘25 (Radu Jude)
En este tipo de ejercicios lúdicos me gusta ser pragmático y mantener límites concretos, así descubrir las virtudes de la matriz y ver cómo se expanden al resto de la instancia festivalera. El mayor punto de convergencia a destacar de esta selección, que también se presenta en otros grandes films como Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, Soundtrack to a Coup d’Etat y Cuando las nubes esconden las sombras, es el abordaje de la memoria. Ya sea en forma de resignificación, de conciencia, de estudio, de tradición o de cuestionamiento; la memoria parte de lo personal y muta a lo colectivo. Incursiones naturales del séptimo arte, pero que valen la pena no dejar de remarcar en un momento donde su valor pasa a ser particularmente sintomático y que, acopladas en el marco de un festival internacional, se intensifican como gestos políticos imperiosos y merecedores de atención.
Martina Castro (Gestora cultural, editora)
1 – Cuando las nubes esconden la sombra (José Luis Torres Leiva)
2 – Misericordia (Alain Guiraudie)
3 – La guitarra flamenca de Yerai Cortés (Antón Álvarez)
4 – Black Box Diaries (Shiori Ito)
5 – Algo viejo, algo nuevo, algo prestado (Hernán Rosselli)
La magia de un lugar, aparentemente ajeno, que permite encontrarse en otros y otras, en la ternura y en el dolor. Petites morts; desear y perder el control. No frágil como una flor, sino frágil como una bomba. El osado acto político de poner el cuerpo, por más vulnerable, por una y por todas. Habitar la ficción para construir la realidad. En ese orden.
Juan Recuero (Coordinador editorial, redactor)
• Misericordia (Alain Guiraudie)
• Caught by the Tides (Jia Zhang-ke)
• COMBO15 (Raúl Perrone)
• Cuando las nubes esconden la sombra (José Luis Torres Leiva)
• Henry Fonda for President (Alexander Horwath)
• Phantosmia (Lav Diaz)
• Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás)
• Kontinental 25 (Radu Jude)
• Soundtrack for a Coup d’etat (Johan Grimonprez)
• Tardes de soledad (Albert Serra)
Otras menciones: Algo viejo, algo nuevo, algo prestado (Hernán Rosselli), Ni siquiera las flores (Mariana Viñoles), Bajo las banderas, el sol (Juanjo Pereira) A Traveler’s Needs (Hong Sang-soo), Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre (lucía seles).
En Miséricorde, Jérémie vuelve repetidamente a la escena del crimen para espigar los hongos blancos que crecen del pasto donde resguarda un cadáver. Oculta su fechoría y carga con el secreto de su culpa. En otra ubicación de ese Viejo Continente siempre en crisis, Orsolya en Kontinental 25 enuncia reiteradamente su aflicción para tratar de disipar la sangre del desalojado que sigue viendo entre sus dedos. Ella intenta exorcizar sus demonios expresando su dolor hasta llegar a los oídos de un benevolente cura. Pero Jéremie, más que purgar, entra a la oscuridad del confesionario y encuentra en el cura un cómplice para salvarse de la policía local. La culpa de María en Cuando las nubes esconden la sombra, por otro lado, se expresa distinto. Sin involucrarse en un homicidio ni un suicidio, padece esa muerte cercana con esa misma gravedad. Su culpa viene de seguir con vida cuando su querida amiga no puede disfrutar más la brisa y las nubes.
Ella solloza acompañada en la carretera a Puerto Williams, pero Sol Zurita en COMBO15 deambula solitaria con sus patines por las calles de Ituzaingó. Esta mirada íntima, cerrada a los sueños con la cultura popular globalizada entre Elvis Presley y los cowboys, contrasta con cómo Qiao Qiao en Caught by the Tides persigue a su amante a lo largo de los años y Zhangke, en ese proceso, reutiliza materiales de películas anteriores para reconstruir las últimas décadas de China. Pero Horwath con Henry Fonda for President emplea otra ficción (la filmografía de Henry Fonda) para trazar el devenir que culminó en la administración de Ronald Reagan.
Horwath ambiciona a una observación genealógica desde las semillas del apellido Fonda, pero en Soundtrack for a Coup d’etat, Grimonprez —otro director europeo que indaga en los engranajes de la ideología hegemónica— reduce su foco temporal pero se expande a todo el globo y observa lo que llevó al homicidio político del ministro del Congo, Patrice Lumumba. En esa película el jazz tiene las manos sangradas, mas el canto popular de Ignacio Corsini en Popular tradición de esta tierra protesta contra la violencia del gobierno de Javier Milei. La tradición en el filme de Llinás renueva la herencia de esta tierra, pero en Tardes de soledad la tradición nacional solo es gloria vacía, espectadores sin rostro que chiflan a la vista de sangre. Y si Serra exhibe la violencia como espectáculo, en Phantosmia es el arma para combatir contra el terrorismo de estado.
Con todas sus diferencias, esta agrupación puede dar indicios de las posibilidades del cinematógrafo para contener, tal vez solo con la luz que acaricia a un rostro, todo el universo de una persona, de un país, de lo que precede a nuestra vida. Lo que algunos llamamos tradición pero que, como defiende Llinás, no puede limitarse a la herencia; requiere renovación.
Josefina Abramczyk (Diseño y comunicación)
Mención única: Misericordia (Alain Guiraudie)
Cleo Rosá (Redactora)
• Henry Fonda for President (Alexander Horwath)
• Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás)
• En la alcoba del sultán (Javier Rebollo)
• Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre (lucía seles)
• Cuando las nubes esconden la sombra (José Luis Torres Leiva)
Diego Vitureira (Redactor)
• Kontinental 25 (Radu Jude)
• Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre (lucía seles)
• Bajo las banderas el sol (Juanjo Pereira)
• Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás)
• Caught by the tides (Jia Zhang-ke)
Federico Lorenzo (Colaborador)
1 – Reflet dans un diamant mort (Bruno Forzani, Hélène Cattet)
2 – Maldoror (Fabrice Du Welz)
3 – Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás)
4 – Algo viejo, algo nuevo, algo prestado (Hernán Rosselli)
5 – Memorias de un caracol (Adam Elliot)
De esta lista me interesa destacar dos coincidencias: la primera son dos películas de género y la segunda son dos argentinas. En ellas igual se encuentran diferencias en su forma. Mientras que el cine de género puede tener una propuesta tan abiertamente explosiva como Reflet dans un diamant mort también puede albergar un policial duro y crudo como Maldoror. Y en cuanto al cine argentino, interesa como, a través de estilos diferentes —ficción y documental—, sus autores construyen una historia sobre cosas secretas a la vista del público. Aun así, ambas vuelven a las raíces de la tradición, importante en un contexto como el de ahora.
Iara López (Colaboradora)
1 – Volveréis (Jonás Trueba)
2 – Carta a un viejo Master (Paz Encina)
3 – Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre- (lucía seles)
4 – Misericordia (Alain Guiraudie)
5 – Una sombra oscilante (Celeste Rojas Mugica)
Me gusta pensar que cada edición de un festival dibuja una cierta línea que ilustra un recorrido, que si bien se termina de definir con las decisiones del espectador, siempre hay un proyecto previo de Festival que se ofrece y que hay que encontrarlo. Luego es emocionante ver hacia atrás: qué quedó delineado. A veces el dibujo es ascendente y descendente, a veces es una meseta, puede ser vertiginoso hacia arriba o hacia abajo, lo seguro es que la línea nunca será recta y constante.
Si considero mis elecciones de favoritas ante este criterio, me encuentro con películas que vi al comienzo, por la mitad y al final del festival, es decir: un perfecto zig zag. Películas de varios países: España, Paraguay, Argentina, Francia y Chile, de directores y directoras, ficciones y documentales. Algunas, hace tiempo esperadas y cuya presencia en mi lista demuestra que no me han decepcionado. En dos casos son de directoras que no había visto antes (Carta a un viejo Máster, Una sombra oscilante) y de las que seguiré pendiente, y en otros dos, de directores que admiro y cuya obra sigo y espero (Volveréis, Avenida Saenz 1073 -video dedicado a la enfermeda de mi padre-), además de una grata sorpresa (Misericordia). La idea de que es probable que no haya dos listas iguales entre la de los miles que hemos concurrido, me parece estimulante. Algunas de estas películas seguramente serán recordadas como las que vi en ese festival y se suman a otra lista, la de grandes películas vistas en algún Festival de Cinemateca, a seguir completándose año a año.
Clara Vázquez Vila (Colaboradora)
1 – En la alcoba del sultán (Javier Rebollo)
2 – Kontinental ‘25 (Radu Jude)
3 – Soundtrack to a Coup d’Etat (Johan Grimonprez)
4 – Two To One (Natja Brunckhorst)
5 – Popular tradición de esta tierra (Mariano Llinás). La vi antes, no sé si cuenta. Si no: Misericordia (Alain Guiraudie)
A pesar de que en cuanto a programación no fue de mis ediciones favoritas —quizás por el recorte que hice y las películas que pude ver, aunque destaco que las actividades paralelas fueron increíbles y muy disfrutables—, las películas de esta lista sí llegaron a despertarme esa sensación de genuina sorpresa y maravilla al salir de la sala, como me sucedió con más frecuencia en años anteriores.
En mayor o menor medida, todas me conmovieron de alguna forma: las primeras tres, por recordarme que al dispositivo cinematográfico siempre le quedan posibilidades por ser exploradas y límites por estirar y desafiar. Las últimas dos (tres), por el humor tan efectivo y particular que tejen con historias de tonos tan diferentes, logrando hacer reír y extrañar en partes iguales.