El fin de la mirada Reflet dans un diamant mort, de Hélène Cattet y Bruno Forzani

La mirada en el cine es un tema que siempre estará vigente. No solo aparece en la realización de cualquier película —pensar quién es que mira—. Por la autoconsciencia del espectador, que sabe que está mirando, debe hacerse cargo de lo que ve y, así, tomar un rol activo a la hora de revelar la verdad bajo lo que acaba de ver, ya sea agradable o no. Esta posición está fundada en una tradición. Desde Hitchcock, pasando por Argento y De Palma, hasta llegar a los tiempos que corren. En ese contexto, se estrena la nueva película de Hélène Cattet y Bruno Forzani, Reflet dans un diamant mort. La dupla parte de otras tradiciones distintas como el fumetto nero, las tiras originales de Diabolik, los derivados de la franquicia del Agente 007 explotando su popularidad, etc. Cattet y Forzani funden estas referencias con su exacerbación visual y las hacen convivir con esta idea sobre la mirada. Pero el film adquiere una dimensión trágica: por el paso del tiempo, lo que alguna vez fue importante pierde su valor —desde los objetos de los espías, los actores dentro de la ficción o incluso los mismos diamantes referenciados en el título—, y la victoria del mal, tan anunciada con platillo y redoblante, borra la línea que lo separa del bien.

La película, primero, presenta a un joven John D. (Fabio Testi), dividido entre agente y actor, personaje e intérprete, ficción y realidad. Por un lado, es un espía internacional navegando entre espacios lujosos, llenos de brillo. Por el otro, también es el actor que da vida a este personaje de esmoquin en la gran pantalla. Por más que la división narrativa entre ambas sea clara, el personaje está empatado dentro de estos vectores tanto en las labores que lleva a cabo como por la relación con sus superiores. Lo ven como un peón más, como si pudieran deshacerse de él sin problemas, y a causa de ellos John D. termina inmiscuido con una mujer en un juego no de dobles, sino de múltiples (Serpentik en la ficción, su misteriosa actriz en la realidad). 

Pensando en todos estos elementos –el hombre que fracasa más de una vez, los dobles femeninos y el mal que manipula por no poder crear— es imposible no volver sobre los pasos de Vértigo (1958). Además de una historia de fantasmas, Vertigo es una tragedia donde Scottie Ferguson (James Stewart), como Sísifo, está condenado a repetir una y otra vez la misma caída. En Reflet dans un diamant mort, por otro lado, cada tragedia significa otro camino más en estos laberintos de ficción, otra herramienta cinematográfica puesta a retratar la locura, otra capa de violencia que capta la atención del espectador. La locura como la exaltación total de la tragedia.

Finalmente, un John D. viejo y retirado, tan consumido por lo que vió en aquellos trazos narrativos entreverados, ya no puede diferenciar la realidad de la ficción, ni tampoco puede discernir el plan del mal. Todos los objetos que le pertenecieron a ese joven John D. aparecen de vuelta, pero ya no son las pertenencias de un espía o un actor respetado; son chiches sin valor. Entre ellos, remarco un anillo con un ojo de visión infrarroja. Cuando el protagonista es joven, a través de este anillo puede ver todos sus colores. Pero que cuando envejece, solo es capaz de mostrar el rojo y el negro. Ya no existe una diferencia entre estas distintas fuerzas opositoras. En este momento todos, incluyendo a John D., son de la misma naturaleza.

Y así, todo cierra con un mar resplandeciente. Lo vemos a través de los ojos de John D., retirado —de vuelta, la caída está anunciada ya desde el primer plano de la película—. A medida que avanza la historia, se nos revela que ese mar está contaminado con residuos venenosos. John D. ya es envenenado mucho antes que inicie la función, y eso lo conduce a un espiral de violencia, todo hasta terminar con una muerte en dicho mar por su difuminación. Y como audiencia nosotros también nos envenenamos, pero no lo sabemos a tiempo. Cuando termina, nos damos cuenta que, más que un homenaje al cine de espías, vimos eso mismo dicho antes en el film: el reflejo de una obra en un ojo muerto.