Este texto nace como introducción para las temáticas pertinentes a la cuarta edición de Espacio Ateneo, a acontecer el sábado 16 de agosto de 2025. Más información aquí.
Luis Buñuel relata una historia terrible en su libro, dice el cineasta francés Jean-Marie Straub en una sala de cine, frente a una audiencia sin contraplano, cuantitativamente desconocida —tal vez porque nosotros somos la audiencia—, mientras su esposa, Danièle Huillet, escucha callada a su lado. Cuenta que el director de El ángel exterminador, a partir de la recomendación de su hijo, una vez acudió al hogar de Nicholas Ray. Se hace de noche y le toca la puerta. Cenan, conversan. Entonces, Ray se detiene y aconseja a Buñuel: si quiere tener una carrera en la industria, si quiere desarrollarse progresivamente a lo largo de su obra, no puede hacer una película más barata que la anterior. Los costes de producción deben elevarse; de lo contrario, habrá un estancamiento. Buñuel, aterrado, cree que es la peor historia relacionada a la creación cinematográfica. Tal vez lo que tanto le aterró fue la necesidad de pensar cualquier filmografía en términos progresivos en donde cada película es una inversión hacia la expansión, y la reducción presupuestal está por fuera de toda consideración. Pero ¿la operación no puede ser a la inversa?
¿De qué forma podríamos pensar, como realizadores, qué es el cine artesanal? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Acaso es lo que hacemos antes de conseguir fondos para garantizar que sabemos filmar? Parece creerse que filmar con lo que tenemos a mano se refiere siempre a lo mismo: hacerlo antes de contar con verdaderos recursos, de forma improvisada, en contraposición a lo tradicional, pero con la aspiración de acceder a la industria. Como si solo fuera salir a filmar, sin un sistema propio del proyecto. Creemos importante plantear la idea de un cine artesanal desde una mirada distinta. Un cine hecho entre pocos, con muy poco. Un cine que prescinde de ciertos roles técnicos y de medios que en otros esquemas de trabajo serían indispensables. No por carecer de recursos y buscar una salida por necesidad inmediata: por la convicción de que no es solo una vía, sino que tiene valor en sí mismo.
Si pudiéramos filmar con todo lo que deseamos, ¿seguiríamos recurriendo a una forma artesanal, con pocos recursos, aún teniendo la plenitud a nuestro alcance? Aunque sea difícil responder a esta especulación, es claro que cierta forma de pensar y filmar hace posible determinado tipo de películas que no podrían realizarse bajo sistemas tradicionales. Por cómo se gestionan los sistemas de fondos, se esquematiza la vida que puede tener una película hasta finalmente estrenarse, desde el guión al rodaje y cerrando con el montaje. Pero bajo un esquema alternativo se pueden integrar métodos igualmente alternativos, y por ende a otros resultados. Eso nos abre a un nuevo horizonte: un cine verdaderamente independiente, capaz de surgir de los contextos más variados y diversos, que evite que quede reservado solo para unos pocos privilegiados, como quienes pudieron estudiar formalmente.
El cine artesanal, sin embargo, tampoco es una receta mágica para eliminar todos los males de la práctica contemporánea. Dista mucho de serlo: la multiplicidad de abordajes, desde esta perspectiva al concebir la producción, elimina la posibilidad de una fórmula única aplicable a todos los proyectos por igual. Esto complejiza aún más el ejercicio especulativo y exige más del realizador: en este territorio no hay mapas ni divisiones; uno está a su suerte con los compañeros, que también crean este camino. Implica un cuestionamiento profundo de todo lo que heredamos; no solo sobre cómo se filma, sino también sobre cómo se financia y se distribuye una película. No se escribe y después se produce: se piensa la escritura en función de las herramientas, para crear algo posible con lo que ofrece el entorno. La terminología carece de forma y nos obliga a inventar nuevas palabras, un nuevo lenguaje. Esto pone en tensión la idea de éxito: ¿es sólo asequible si buscamos una carrera progresiva, en que cada película es más cara, como una empresa que expande su posición en el mercado?
En la materia del cine artesanal hay posibles referentes que, aun así, fueron y son desconocidos pero están esperando a ser encontrados y revalorizados. Gente alineada a nuestra concepción del cine que desgraciadamente no ha tenido tanta suerte. Esta forma de hacer no es una promesa de algo mejor ni da garantías certeras, solo es una forma distinta de pensar la figura del realizador y la manera de hacer nuestras películas, una que tenga más sentido en relación a cómo vivimos y a nuestra realidad cercana.